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Bioética y Biopolítica

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BIOÉTICA Y BIOPOLÍTICA

Aporte basado en:

http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/26247/1/articulo6.pdf

http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=cultura

http://es.wikipedia.org/wiki/Biopol%C3%ADtica

Al abordar estos dos conceptos, primero localizaremos y entenderemos bien verbalmente que son, de donde vienen para extender esas precisiones a nuestra realidad y su respectivo análisis.

Según el diccionario de la R.A.E; bioética (De bio- y ética), es la aplicación de la ética a las ciencias de la vida.

Según el diccionario de la R.A.E; bioética (De bio- polis- y ética), es la aplicación de la ética a las ciencias de la vida en civilizada; un enfoque del control, civilidad.

En la obra de Michel Foucault, el estilo de gobierno que regula la población mediante el biopoder (la aplicación e impacto del poder político en todos los aspectos de la vida).

Mientras hace tiempo que el concepto de “bioética” ha sido incorporado al idioma castellano como, no sucede lo mismo con “biopoder” o “biopolítica”. Quizás el hecho proceda de las diferentes realidades (humanitarias unas, las bioéticas; desapacibles otras, las biopolíticas) a las que aluden. Una definición provisional de “biopolítica” podría ser: “conjunto de saberes, técnicas y tecnologías que convierten la capacidad biológica de los seres humanos en el medio por el cual el Estado alcanza sus objetivos”. Es decir, desde el inicio de la edad contemporánea el Estado y los elementos económicos que le apoyan -o que le utilizan- se esfuerzan por potenciar las capacidades físicas e intelectuales que consideran valiosas, ya que éstas constituyen el instrumento gracias al cual los agentes lograrán sus propósitos.

Los poderes impulsan la vida, desde la concepción que tenía Michel Foucault sobre la biopolítica, el control es dominio; puede pensarse que la definición conlleva cierta dicotomía, puesto que todos los grupos que han disfrutado de poder en el pasado han usado las capacidades humanas para sus objetivos. Sin embargo, los Estados preindustriales gestionaban unos hechos que consideraban naturales, como el número de habitantes de un territorio y su estado de salud; si acaso, estimulaban su reproducción con medidas fiscales o reconociendo la contribución de las familias numerosas al bien de la comunidad. En cambio, una época industrial y post industrial (es decir, aquella donde la industria ha dejado de ser la fuente principal de generación de riqueza y puestos de trabajo, porque esta función recae en el sector terciario -los servicios- o cuaternario -la investigación científica y tecnológica) parte de realidades creadas y desarrolladas por los mismos Estados. Frente a unos seres humanos dejados a las fuerzas del azar y el medio ambiente, en la era biopolítica encontramos una biología distinta, disciplinada y sometida a las capacidades de las autoridades para intervenir a favor o en contra de la expansión de los sujetos.

La bioética se origina en un enfoque social, desde un análisis cercano a nuestra realidad concreta latinoamericana, es un estudio con sentido social, que se desarrolla plenamente en el ámbito de la ética de clínica y sus aportes recientes son derivados a la ecología; sin embargo transcienden del estudio social comunitario a un estudio social institucional, a la ética institucional, sobre las luchas clásicas del discurso socialista como son las políticas de un determinado gobierno en pretensión de la verdad y control con las relaciones de igualdad, justicia social, acceso a servicios básicos, así como también la interminable promesa de una mejor calidad de vida que en nuestra realidad concreta capitalista no llega el tan añorado día; es esto lo que lleva a la bioética y biopolítica a confrontarse.

Sin embargo aunque no se profundice aún lo suficiente en las exigencias del principio ético - no jurídico solamente - de justicia y como aporta al análisis bioético. Si la cuestión primera era la de los derechos del “pueblo” frente al paternalismo ético de la vieja tradición hipocrática y frente a la invasión tecnológica, una ganancia que no se debe arruinar es la nueva visión del discurso del ciudadano y la “civilización” logrados, sin caer en las corrientes socialistas, como el famoso “socialismo del siglo XXI” o discursos disfrazados.